lunes, 9 de mayo de 2011

Una Decisión Funesta

Hoy es un día muy triste para nuestro país, la aprobación del proyecto energético Hidroaysen evidencia y saca a relucir una serie de problemáticas enraizadas en la base de esta sociedad.

Partiendo por la injusta distribución del poder, en manos de quienes forman parte de una minoría privilegiada que vela por sus propios intereses y no por los de la mayoría. Nuestros políticos, a quienes les hemos otorgado la facultad de tomar decisiones tan relevantes como la de hoy, no nos representan ni remotamente.                   
                                                                                                 
 La eterna prevalencia de la economía capitalista por sobre los derechos medioambientales y humanos. La energía que provendrá de las represas de nuestro Sur estará destinada, en su mayoría, a alimentar a las mineras privadas que ya han destruido nuestro Norte.  Unos dicen que vale la pena, pues gracias a ellas ingresa al país el sustento del pueblo. Pero uno se pregunta: ¿Y dónde está aquel sustento? Después de todo los pobres siguen igual de pobres, y los ricos igual de ricos. ¿A dónde van a parar los recursos obtenidos de aquellas multinacionales?... ¿no es evidente?...  

Claro que chorrean ganancias al resto del país y la “economía” crece, pero crece a la vez que se ensancha la brecha social de desigualdad entre las clases económicas chilenas.

¿Pero qué es la economía? A mí me resulta casi tan molesta como una tía abuela que llega a imponer sus pensamientos despotricando en contra de todo lo que se opone a ella. Por ella se transan hasta las más descabelladas ideas, como inundar 6 mil hectáreas de bosque nativo, agujerear uno de los pocos rincones del mundo que permanece intactos, cablear un trazado energético de 2 mil km para alimentar a las mineras del norte.         

Es evidente que esta decisión ha llegado a los corazones de muchos chilenos. Miles han intentado manifestarse en las calles, gritar de impotencia y de ira por ser testigos de esta catástrofe y no poder hacer nada al respecto, nada más que gritar. Pero los que manejan las cuerdas de la vida ya ni siquiera nos permiten dar nuestra opinión, aquellos manifestantes siempre terminan (más bien comienzan) siendo violentamente reprimidos por quienes deberían velar por nuestra seguridad, no infringirla.  

Hidroaysen, al igual que miles de industrias, provocará otra herida sangrante que significará un daño irreparable en nuestra Tierra, que por más que ha intentado sacudirse como un perro pulgoso no ha logrado liberarse de nosotros, la plaga humana.

Espero que algún día seamos capaces de tomar consciencia de que todos los seres vivos tenemos los mismos derechos, no somos una raza privilegiada que pueda hacer y deshacer en el planeta a su gusto. Por mucho que duela debemos saber que algún día la tierra nos pasará la cuenta.

Tengo pena.                                                 

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