viernes, 6 de mayo de 2011

¿Qué pasa con el teatro hoy?

Creo que es pertinente inaugurar este blogg con algo que me atañe directamente, el teatro. 

Hace al rededor de un mes me junté con un amigo estudiante de teatro, a quien no veía hace mucho tiempo, con la idea de ir al teatro. Cuando dos personas inmersas en el mundo teatral se juntan, es inevitable que hablen prácticamente todo el tiempo de lo mismo, teatro, evidentemente no fuimos la excepción. Yo, como actriz recientemente titulada, y él aún estudiando, compartimos ciertas inquietudes respecto a la verdadera "utilidad" del teatro en este país, y en general en el mundo. Hoy en Chile, hay en cartelera que acoge al menos a 30 obras de teatro, y cada jueves se suman a lo menos cinco más. Una oferta que sin dudas sobrepasa la demanda, con creces. Con mi amigo nos preguntamos ¿y para qué tanto teatro?, al final somos siempre las mismas personas las que terminamos sentadas en primera fila observando a nuestros colegas "performando" para nosotros. Al igual que yo y mis amigos actores, no creo que la intención de aquellas personas haya sido hacer teatro para ser visto casi exclusivamente por gente perteneciente al mismo mundillo. Uno siempre que hace teatro tiene la ilusión y la intención de llegar a muchas personas con su obra, espectadores ajenos al medio, y generar un cambio o un "clic" en ellas. Pero qué es lo que buscamos con aquel "clic", ¿que el espectador experimente un anagnórisis*, salga del teatro y cambie su concepción del mundo, su actitud frente a la vida y su manera de relacionarse con los demás?. Ingenuamente creo que sí, eso es lo que esperamos. El problema es que la manera en que lo estamos haciendo apunta hacia otro lado. En la mayoría de las obras a las que asisto como público me ocurre algo similar, salgo con la sensación de que vi un collage de situaciones pegadas una al lado de la otra con la finalidad de hablar de alguna idea en particular, pero que al final no apuntan a nada concreto o sencillamente a mi no me resuenan en lo absoluto. A veces ni siquiera soy capaz de comprender lo que aquel director, actores y compañía me están tratando de decir, y si a mi me ocurre esto (que soy una persona relativamente cercana a los lenguajes teatrales que suelen  emplearse hoy en el teatro) me imagino que alguien ajeno al teatro le ocurrirá diez veces más fuerte, y diez veces más seguido. Por eso, cada vez que algún familiar o amigo va a ver una obra de teatro, y llega a contarme que no entendió nada y se sintió estúpido, es una pérdida para todos los que vivimos de las artes dramáticas, pues esa persona probablemente no volverá en mucho tiempo más a sentarse en una sala de teatro. A nadie le gusta sentirse tonto, y sobre todo cuando no lo es. El problema es que los directores y actores estamos siendo muy herméticos a la hora de crear. Nos preocupamos tanto de ser innovadores y originales que terminamos haciendo una "majamama" de cosas y utilizando un centenar de lenguajes que no conducen a nada (al menos a nada comprensible para el ser humano normal, común y corriente). Creo que debemos intentar dejar a un lado el famoso "ego" del actor y buscar un equilibrio entre, por un lado lo que como artista me interesa hablar y, por otro, lo que como público me interesa ver. Recordemos que el teatro existe por y para la gente.

http://es.wikipedia.org/wiki/Anagn%C3%B3risis

1 comentario:

  1. Amiga, me parece genial que hayas querido ordenar todas tus ideas, y que compartas con todo el mundo tus pensamientos. Estoy de acuerdo con lo que está sucediendo en el teatro hace ya varios años. Lo críptico de los lenguajes, lo desordenado de los temas, esa necesidad de abarcar todo sin concretar nada separan cada vez más al teatro de lo que lo hace ser lo que es: el público. Si el público no asiste, si no se hace parte del fenómeno teatral, éste deja de existir. Y eso sería el fin.

    La necesidad de renovación de los lenguajes, siento, que se ha malinterpretado o muchas veces desvirtuado y ha hecho que el teatro se desvincule del público que es su sustento.Es cierto que uno debe investigar para poder crear de mejor manera. Pero eso no quiere decir no dar a entender, además tiene que haber espacio para todos, para que el público vuelva a vincularse. Y no hablo de una vinculación aristotélica (con catarsis y todo) puesto que puede ser una vinculación distanciada también. De lo que hablo es de la importancia de comprender, de que el público vuelva a sentirse parte de algo y no como: "No entiendo nada, debo ser tonto", porque no es así.

    Creo que como teatristas debemos preguntarnos y plantearnos varias cosas ¿qué queremos con el teatro? ¿Qué queremos decir? ¿Por qué queremos decirlo? ¿Cómo lo diremos de forma que sea creativo y si se quiere innovador, pero que aún así el público sea parte y no quede excluido de nuestra creación?

    Uy javi, hay tantas cosas que decir en cuanto a lo que sucede con el teatro. Y no solo con el fenómeno de lo críptico y alejado, sino también en cuanto a lo que se refiere al oficio del qué es ser realmente teatrista, a las políticas públicas de cultura, etc.

    Te dejo un saludo, y paseáte por mi blog.

    Sol

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